domingo, 26 de febrero de 2012

Una breve reseña sobre la historia del alzamiento de los moriscos, su expulsion de España y sus consecuencias


                                                                                                       Abd-al-Aziz  as-Saoud
                                                                                                     En dedicatoria a M. Adila
                                                                                                   
     No es nuestra intencion ni lo permiten los limites de esta ponencia hacer una reseña detallada de todas las vicisitudes por que atravesaron los moriscos antes y después de su expulsion y destierro.  El tema de los moriscos fue objeto de mayor preocupacion para la investigacion historica, su afliccion y su expulsion hizo desvelar los concienzudos en todas las épocas.
   En el año 2009 se cumplieron cuatro siglos de la expulsion de los moriscos, durante el reinado de Felipe III y por mandato real de 22 de septiembre de 1609, mas de un medio millon de personas tuvieron que abandonar su tierra. Aquello fue un suceso historico de gran complejidad.
   Granada que era el ultimo baluarte del Islam en el Andalus sufria todos los horrores de un sitio que duro nueve meses, su rendicion no fue por medio de las armas, sino mediante la promesa formal de una solemne capitulacion firmada el dia 21 de moharram de 897, el 25 de noviembre de 1491[1] conforme a unas condiciones exigidas por el ultimo sultan Abu Abd-Allah de la dinastia nazari, bajo juramento por la reina de Castilla, y que debian ser respetadas por los Reyes Catolicos en una comunidad musulmana bajo soberania cristiana. Entre otras cosas se acuerda a los moros de Granada su libertad, su religion, su lengua, sus costumbres y usos, sus propiedades, sus leyes y tribunales. Todas estas inmunidades se extendian a los conversos y a los hijos de éstos, considerados en todo como musulmanes de origen. Todos los musulmanes de Granada quedaban perpetuamente exentos del servicio militar, sin mas gabelas y contribuciones ordinarias que las que habian impuesto los reyes musulmanes. También, quedaban facultados para emigrar libremente allende el mar, conservando sus propiedades y percibiendo sus rentas, sin que estas tuviesen que pagar contribucion por razon de su destino. Los beneficios de esta capitulacion se hacian extensivos a los moros de todo el reino que sometiesen su territorio en el término de treinta dias, debiendo gozar de la misma libertad, privilegios y franquicias.[2]
            Violacion de las capitulaciones :
     Después de la entrada de los Reyes Catolicos en Granada, dieron la sensacion de que cumplian el tatado por algun tiempo, luego comenzaron una labor de conversion por métodos pacificos. Para ello encomendaron a Fray Hernando de Talavera primer arzobispo de Granada, la tarea de convertir a los mudéjares a la fe catolica.
   En 1499 los Reyes Catolicos visitan Granada y se asombran del aire tan musulman que aun persiste en la ciudad, y deciden por ello encomendar al cardenal Jiménez de Cisneros, que ya habia participado en la conquista del reino de Granada y que era el confesor de los Reyes, la tarea de persuadir con mas dureza a la conversion. La reina Isabel se valio de su confesor para el quebramiento de las capitulaciones, el cual, no tardo en aparecer tal como era en realidad el peor enemigo del islam y el verdugo del pueblo musulman.[3]
    Pasado algun tiempo, el Cardenal comenzo la conversion de los musulmanes, se puso publicamente a predicar en las plazas y zocos el Evangelio, valiendose para ello grupos adiestrados de monjes y monjas. Después empezo a llamar a los principales alfaquies y sabios tratando de convencerles de estar en  un error, dejandoles entrever los favores del gobierno cristiano si abrazaban al cristianismo, y para acrecentar la influencia de sus palabras hacia a los mas sensuales ricos exencion de deudas y sobornos ; también hubo malos tratos fisicos a los que persistian en conservar la fe del islam. Y  no tardo en profanar las mezquitas y los santuarios de los musulmanes entrando en ellos con la cruz en la mano y poniéndose a predicar el Evangelio y a insultar al Profeta Mohammad, violando de esta forma las capitulaciones de Granada. Aun mas, remato su obra mandando recoger todos los libros arabes que habian en las mezquitas, zaguias y otros lugares publicos y privados de  los musulmanes granadinos, y amontonandolos en la plaza céntrica de Bibarrambla les prendio fuego destruyendo asi miles de manuscritos que trataban de todas las ramas del saber humano.[4]
        Alzamiento morisco : motivos y repercusiones
   La violacion de las Capitulaciones de Granada ejecutada por el cuerpo clerical dirigido por el cardenal Cisneros, fue la causa de la rebelion de los mudéjares quienes habian sido obligados a dejar la ciudad de Granada para ir a instalarse en el arrabal de Albaycin y en la sierra de las Alpujarras. Muchos moradores del Albaicin se vieron estafados por como les estaba engañando los cristianos, ya que primero les garantizaron que iban a poder seguir con su religion y después les obligaron a que se convirtieran. Entonces comenzaron a protestar y a pedir la destitucion del prelado, y como respuesta a estas quejas, Cisneros encarcelo a los moriscos mas respetados. Pero el hecho palpable, es que el Cardenal obraba en violacion flagrante de las capitulaciones por orden de la reina de Castilla, fuera ella la que ordenara a su marido Fernando el Catolico a que aplastara « con hierro y fuego » la rebelion de los moriscos en el Albaycin y las Alpujarras.
      En enero de 1500, la muerte del aguacil de Cisneros fue la señal del alzamiento popular del Albaicin, y se extiende por toda la sierra de las Alpujarras llegando hasta Almeria y Ronda. El mismo rey Fernando el Catolico con un poderoso ejército, tuvo que entrar en las Alpujarras imponiendo a los rebeldes terribles castigos. Aquellos tuvieron que entregar sus armas y sus plazas fuertes, y pagar bajo el nombre de farda una enorme contribucion de guerra, se confiscaron a favor de las iglesias las rentas y propiedades de las mezquitas, y en pocos meses todos los habitantes de la Alpujarra, los de Guadix, Almeria y Baza recibieron el bautismo. No se creyo esto suficiente para estripar de raiz el culto musulman, y se expedio en Sevilla el 14 de febrero de 1502 una Pragmatica calcada sobre el edicto de expulsion de los judios. En ella se mandaba que todos los moros no bautizados de los reinos de Castilla y Leon, mayores de catorce años los varones, y de doce las hembras, emigrasen antes de terminar el mes de abril, pero no al territorio de Africa y Turquia con quien se halla España en guerra.  Mas tarde un edicto de 17 de septiembre de 1502, no les permitio emigrar sino a Aragon y a Portugal.[5] Asi tuvieron que abandonar su pais aquellos quienes se negaron a abjurar de su religion, y fueron desposeidos de todos sus bienes, especialmente en oro y plata. Esta Pragmatica supuso un quebrantamiento de los compromisos firmados por los Reyes Catolicos con el rey Boabdil en las Capitulaciones para la entrega de Granada.
     Los Reyes Catolicos, ya años antes, cediendo a las exigencias del clero y al espiritu intolerante de sus gentes, habian establecido en 1480 en Sevilla, en virtud de autorizacion del papa Sixto IV, el tribunal de la Inquisicion, que destruyo por largo tiempo la felicidad de los pueblos, que sofoco el genio y las luces bajo un odioso despotismo.[6] El sistema Cisneros habia triunfado completamente, los Reyes Catolicos le dispensaban todo su favor y reclamaban sus consejos.
    En Valencia comenzaron a formarse en escuadras los plebeyos, y armarse bajo el modelo de la milicia efectiva, creada poe el cardenal Cisneros, y tomaron el nombre de la santa germania, y proclamaron armarse contra los moros. La exasperacion llega al mas alto punto y estalla en Valencia con violento tumulto, los frailes recorren las calles con un crucifijo en la mano, predicando la guerra santa contra los infieles. Los agermanados se derramaron por todo el pais, saqueando y bautizando a las poblaciones moriscas.
   En mayo de 1524 el papa Clemente VII firmo una bula relevando al rey Carlos V de sus juramentos, invitandole a ocuparse de la conversion de los moros de la corona de Aragon, confiriendole el poder de reducir a esclavitud a los moros si se negaban a abrazar el cristianismo.[7] En abril de 1525 don Carlos I (Carlos V) decreto la legalidad del bautismo forzoso que los agermanados habian impuesto a los moriscos en tiempo de las germanias. Muchos de aquellos se refugiaron en la abrupta sierra de Espadan, donde eligieron un reyezuelo Zelim Almanzor. En septiembre de 1526 las tropas reales penetraron en la sierra derrotando a los sublevados, y se les hizo optar entre la expulsion sin medios para vivir en otra parte y la conversion.
   En el año 1526 desaparecieron en todas las provincias de España los signos exteriores del islamismo. Los moros no fueron ya conocidos bajo este nombre, sino que en todos los actos oficiales y en todos los documentos publicos se les llamo cristianos nuevos o moriscos. Triste fue su condicion, la inquisicion tenia siempre fija sobre ellos su ojo vigilante, como sospechosos de herejia.[8]
   El rey Carlos I para verificar el proceder de los moriscos en materia de religion, hizo convocar una junta de trece miembros eclesiasticos  y legos, para fijar la suerte de los moriscosde Granada. Entonces se decidio que la Inquisicion de Jaén se trasladase a Granadapara freno y terror de los conversos. Aprobando el rey todos los articulos que le presentaba formulados la junta, los convertio en ley el 7 de diciembre de 1526, mandando por una pragmatica-sancion que dejasen la lengua, el traje y el apellido morisco, y entre otras cosas, que a los partos de las moriscas asistieran matronas cristianas viejas. Se mandaba también erigir en Granada, Guadix y Almeria colegios para la educacion y enseñanza cristiana de los hijos de los moriscos.[9] La prohibicion del lenguaje y del vestido arabe, se decreto en Valencia el 5 de diciembre de 1528, y se extendio en enero de 1529 a los moriscos de Castilla.
    La Inquisicion con ese espiritu invasor que formaba el caracter distintivo de su existencia, se hizo adjudicar el conocimiento de las causas por infraccion a este derecho, como si el idioma arabe y los vestidos de hechura musulmana fuesen una herejia, recogiendo el beneficio de las multas que por ellos imponia.[10]
   En las primeras cortes que celebro Felipe II en Castilla en 1560, prohibio a los moriscos el sirverse de esclavos negros, el comercio de oro, plata y minerales en barra. En 1567 mando por un pragmatica-sancion prohibir la lengua arabe, trajes y ceremonias de origen musulman. La abundante poblacion morisca de Granada (unos doscientos mil) que habia sobrevivido a una larga serie de persecusiones y emigraciones se hallaba a fines del año 1568 en una situacion limite : la negativa de Felipe II a prorrogar el plazo de gracia concedido por Carlos I, la malquerencia de las autoridades civiles y eclesiastecas, las crueldades de la inquisicion y los inicuos despojos de tierras desembocaron en una rebelion que durante mas de dos años devasto aquel reino en una guerra sin cuartel.[11] A la cabeza del alzamiento se situo Fernando de Cordoba y Valor, que fue proclamado rey bajo el nombre de Abén Humeya, por declararse descendiente del Califato de Cordoba. Uno de sus coloboradores, Farax Aben Farax, fue nombrado alguacil mayor del rey. En 1569 Abén Humeya fue asesinado, ocupando su puesto como rey su primo Abén Aboo. La guerra que comenzo con incursiones y emboscadas, sorprendio a Felipe II con la mayoria de sus tercios en los Paises Bajos. En 1570, ante el grave aspecto que tomaba la guerra, el rey nombro como capitan general de Granada a su hermanastro Juan de Austria, quien comando un ejército regular traido de Italia y del Levante español, y que consiguio sofocar la rebelion en 1571. El gobierno español respondio con una medida : el destierro de los moriscos granadinos, se les expulsaba del reino de Granada con el doble objeto de privar de apoyo a los sublevados , y a mas largo plazo hacer perder sus signos de identidad a aquella minoria y a ser posible asimilarla. Muchos de los casi cien mil expulsados, perecieron a causa del agotamiento fisico y moral y de las enfermedades que no tardaron de desarrollarse entre aquella lamentable multitud.[12]
    El proyecto de Felipe II era dejar el reino de Granada completamente libre de los moriscos, su decision de expulsarlos del Reino adoptada en marzo de 1570, debio causar una profunda consternacion en el pais. En los bandos publicados se invitaba a los moriscos a que acudieran a las galeras, los que no lo hcieran dentro del plazo fijado serian reducidos a esclavitud. Ante medida tan expeditiva, la mayor parte de los moriscos acudieron sin prestar resistencia a los lugares destinados para la deportacion.[13]  
            Expulsion de los moriscos de España :
      A finales del siglo XVI, se estima que la poblacion morisca en los reinos de España podria oscilar entre los 270.000 y 500.000 personas. Se concentraban fundamentalmente en el Reino de Valencia, donde se encontraba el segundo mayor contingente y que representaba un tercio de la poblacion. En la Corona de Aragon y en la meseta, los moriscos constituian alrededor de un 20% de la poblacion, y se asentaban a orillas del Ebro y sus afluentes. En las dos Castillas, Extremadura,Murcia y Andalucia, la presencia morisca era escasa, salvo en lugares muy concretos como Hornachos, donde constituian la mayoria de la poblacion. Los moriscos vivian en el campo en calidad de vasallos de los señores nobiliarios, en condiciones mucho mas duras que la de los cristianos. Los moriscos devinieron una masa objeto de toda clase de sospechas y de imposible asimilacion. Subido al trono a los 21 años, Felipe III aborrecia a los moriscos, a quienes su primer ministro el duque de Lerma, habia ya tratado con dureza y prevencion, como conspiradores contra la seguridad del estado se les pintaba especialmente por el clero. En 1602, el arzobispo de Valencia Juan de Rivera, elevo un memorial al rey reclamando la expulsion de la raza conversa. En el manifestaba que todos los moriscos eran apostatas, pertinaces y incorregibles ; que las conspiraciones eran continuas, y se hallaba España a su ruina como en los tiempos del rey Rodrigo. Una segunda memoria mas fuerte todavia, volviendo a ponderar al rey la obligacion en que se hallaba de exterminar a los infieles, haciendole ver las consecuencias de la conducta de Carlos V y de Felipe II, que en vano habrian intentado convertir a hombres a quienes deberian exterminar o expulsar como unico medio para limpiar el reino de su perversa raza.
    La pragmatica de expulsion de los moriscos de Valencia, se formo en Segovia en julio de 1607. Antes de ejecutarla, el duque de Lerma tomo todas las precauciones necesarias para asegurar aquel golpe. Entonces la nobleza en cuerpo habla a Felipe III, le pintan la ruina de sus propiedades, la pérdida inmensa que los monasterios y las universidades van a tener, porque se sostenian con los censos que pagaban los moriscos, y que ascendian a mas de doce millones. La voluntad del rey era conocida. El 23 de septiembre de 1609, en las calles y plazas de Valencia sz pregono la pragmatica de expulsion, en la que el rey apellidando herejes, apostatas y traidores a los moriscos, decia que, en termino de tres dias todos los moriscos y mujeres, bajo pena de muerte, habian de dirigirse para ser embarcados a los puertos que cada comisario les señalasen, y que no se les permitia sacar de su casa mas que los bienes muebles que pudieran llevar sobre sus cuerpos.[14] A partir del 30 de ese mes, fueron llevados a los puertos donde como ofensa ultima fueron obligados a pagar el pasaje.
       Expulsados los moriscos de Valencia, se dio un decreto para expulsar los de Andalucia y Murcia el 9 de diciembre de 1609, y otro el dia 18 de enero de 1610, los de Aragon por el expedido en 27 de abril de 1610. Los moriscos se dejaron mansamente conducir por los comisarios, que abusaron de tal modo de ellos, que hasta tuvieron que pagar por el agua que bebieron en los rios y la sombra en la que se cobijaban bajo los arboles.[15] Los moriscos catalanes fueron también expulsados, los de Castilla, La Mancha y Extremadura, aunque se hallaban mas confundidos con los cristianos viejos. Dos poblaciones aisladas que habian sido exceptuadas aun fueron comprendidas en la expulsion, se trata de los moriscos del Valle de Ricote, y del Campo de Calatrava.
    Es absolutamente imposible determinar a punto fijo el numero de los moriscos que salieron de España, los autores estan discordes, Escolano y el fray Guadalajara le fijan en 600.000 ; fray Jaime Bleda en 500.000 ; Salazar y Mendoza en 360.000. Los calculos mas fundados son de que el numero mas aproximado  fué el de un million, debiendo contarse los que antes se habian fugado a Marruecos y los que habian perecido victimas del salvajismo y la codicia de los soldados, muertos en los patibulos o sepultados en los calabozos de la inquicision.[16] Los efectos de la expulsion se hicieron sentir en el orden economico, en el politico, y en el religioso.
                Consecuencias :
         La expulsion de los moriscos tuvo funestas consecuencias para España, la pérdida de esta crecidicima parte de su poblacion, por su numero como por su clase y la indole, que era precisamente la de los agricultores, comerciantes e industriales, la poblacion mas productoray la mas contribuyente. Durante las primeras décadasde la expulsion se podian contemplar pueblos y términos enteramente abandonados o semiabandonados. Se estima que en el momento de la expulsion un 33% de los habitantes del Reino de Valencia eran moriscos, y algunas comarcas del norte de Alicante perdieron practicamente toda su poblacion.
    El cultivo del azucar, del algodon y de los cereales, la cria del gusano de seda, quedo enteramente abandonada en las fértiles campiñas de Valencia, Murcia y Granada. La industria artesanal aragonesa perdio un mercado, sufriendo la correspondiente contraccion. Las fabricas, de papel, de sedas, de paños que tenian en los castillos, tuvieron que cerrarse porque no habituados los cristianos a las artes y a la industria, miraban con desden y desprecio el ejercicio de aquellas artes.[17] Los nuevos colonos no tenian el amor al trabajo, ni ponian en las labores la aficion que los antiguos propietarios del terreno.
     Los señores territoriales perdieron mucho de sus rentas, y España, falta de labradores, no remplazo jamas los que perdio en la expulsion. El hambre se hizo sentir de una manera horrorosa en el año inmediato de 1610. El clero vio perdidas gran parte de sus rentas, los señores que vieron disminuir sus ingresos dificilmente podrian hacer frente a sus compromisos creditarios, y los prestamistas perdieron la posibilidad de recuperar su dinero. Disminuido considerablemente el patrimonio de los nobiliarios, dejaron desiertos sus castillos, que fueron el albergue de los ladrones. El robo se organizo y a su lado el contrabando, como unas profesiones ordinarias.
   Como medida de politica y de seguridad para el Estado, en vano se buscara la justificacion en las conspiraciones supuestas que forjaron los moriscos, de que les acuso el arzobispo Rivera y que tanto hizo valer en el animo débil del supersticioso Felipe III, la codicia de un ministro inepto como el duque de Lerma.[18]
    Animados los moriscos del mas profundo odio contra los cristianos, tratados de la manera horrorosa en los momentos de su expulsion, muchos de ellos se dedicaron a ejercer el corso, recorriendo con preferencia las costas de España. Los moriscos arrojados de su patria, se dispersaron en gran parte sobre las costas de Africa. Las familias mas importantes se refugiaron en Marruecos, donde encontraron correligionarios dispuestos a secundar sus deseos de venganza. Alli se establecieron y fundaron ciudades, entre otras Tetuan.


[1] Nuestro estimado el ilustre historiador Ibn Azzuz Hakim, nos facilito el texto del Tratado figurado en el documento titulado Capitulaciones generalespara la entrega de Granada. Co. Do. In. T. VIII, pag.421. Pat. Real, Madrid.
[2] José Muñoz y Gaviria, Historia del alzamiento de los moriscos, su expulsion de España y sus consecuencias.., Madrid, 1861, p. 30.
[3] Ahmed Barhun (alfaqui), manuscrito editado por el historiador Ibn Azzuz Hakim, Tetuan, 2002, p. 59.
[4] Ibidem, p. 61.- Muñoz y Gaviria, Op. Cit., p. 41.
[5] Muñoz y Gaviria, p. 56.
[6] Ibidem, p.34.
[7] Ibidem, p. 88.
[8] Ibidem, p. 101.
[9] Ibidem, p. 105.
[10] Ibid, p. 108.
[11] Antonio Dominguez Ortiz, Moriscos : la mirada de un historiador, Granada, 2009, p. 27.
[12] Ibidem, p. 28.
[13] Nicolas Cabrillana Ciézar, Rebelion, guerra y expulsion de los moriscos de Almeria (1568-1571), Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuan, junio-diciembre 1976, n° 13-14, p. 56.
[14] Muñoz y Gaviria, Op. Cit., p. 168.
[15] F. Marco de Guadalajara, Memorable expulsion y justisimo destierro de los moriscos de España, Pamplona, 1613, p. 136.
[16] Muñoz y Gaviria, Op. Cit., p. 185.
[17] Ibidem, p. 187.
[18] Ibid, p. 189.

Presentación del libro: Las relaciones difíciles, Marruecos y España


El tema de las relaciones entre Marruecos y España sigue siendo un foco preferente de atención y de interés. Cuenta en España con un enorme índice bibliográfico de distintas épocas, y diferentes autores del siglo XX con obras de carácter más o menos general, en artículos o estudios monográficos, que se han ocupado de las relaciones diplomáticas u históricas. Citamos en especial los artículos de: T.G.F., M.A.P., R.L.D., a la lista de estos autores españoles que estudiaron temas tan concretos del tiempo de Sidi Mohammad ben abd Allah, han de añadirse unas obras de carácter general escritas también en el siglo XX, entre las cuales destacan las de Jerónimo Becker, Antonio Canovas del Castillo, Isidro de las Cagigas, Podolfo Gil Grimau, V.M.L., Alfonso de la Serna, etc…
    En Marruecos el tema, solamente cuenta con pocos estudios elaborados por algunos investigadores hispanófilos o hispanistas que destacan entre otros, como el ilustre historiador Mohammad Ibn Azzuz Hakim, y el celebre diplomático, escritor y periodista Mohammad larbi al-Messari, quien presentamos en este acto su nueva obra.
    Recuerdo que la A.T.A. había organizado en octubre de 1998 un encuentro u coloquio sobre el tema: España y Marruecos. Dialogo y convivencia. En aquel encuentro estaba la voluntad de una ONG que manifestaba de tal manera sus inquietudes al constatar de modo permanente que las relaciones hispano-marroquíes, no están al nivel de sus anhelos. El señor al-Messari, entonces ministro de comunicación marroquí dijo en su alocución de apertura: « No me es posible hablar sobre la posición de Marruecos y su papel en el Mediterráneo, sin considerar la naturaleza de las relaciones entre Marruecos y España... las relaciones humanas y culturales, además de las políticas y económicas, que tenemos con España, son lazos antiguos sólidos y diversos.. ».
    Ahora bien, al-Messari tiene el mérito de improvisar o elaborar una obra amplia haciendo el análisis de los problemas y causas que generaron los desaciertos y desacuerdos entre los dos vecinos. Además el libro contiene parte de estos análisis y realidades sobre factores y hechos que formulan varias polémicas, acerca de los cuales se ha especulado a veces con bastante desconocimiento de causa y razón. Uno de los motivos que impulsaron este trabajo era a nuestro parecer la necesidad de remitirse a ciertas aclaraciones relativas al estado en que se encuentran las relaciones marroco-españolas.
    A través de unos cuantos ejes, al-Messari se entrega en una tradición histórico política que responde sobre todo, a un intento sistemático de analizar las relaciones entre Marruecos y España, polemizando todo un complejo de problemas y disparidades dentro de tres ejes: histórico, político y cultural. También, consta el libro de un modo de prologo, donde el autor daba a conocer al lector su relación primaria con el entorno hispano que le rodeaba desde su niñez hasta su madurez, al mismo tiempo hace constar su afán de escribir sobre España, y con fascinación después de la desaparición del régimen franquista y el establecimiento de la democracia.
     En lo que atañe a polémicas históricas, el autor hace una pausa ante un periodo muy peculiar en las relaciones marroco-españolas, se trata de la época en que gobernaba en Marruecos el sultan Sidi Mohammad ben abd Allah, y el rey Carlos III en España. La política de amistad entre ambos monarcas, no obstante algunos incidentes más o menos graves, fue la tónica del periodo en el que se sitúa varias embajadas a ambos países. La Corte española recibía noticias del Imperio de Marruecos a través del P. Boltas, verdadero agente de la Corte en Mequinez. La apertura iniciada hacia Europa por Sidi Mohammad trajo también consigo una nueva forma de relacionarse Marruecos y España, el autor basándose en esta materia en los valiosos estudios realizados por el difunto padre R.L.D., trató de aclarar las ambigüedades que enredaron la interpretación del Tratado de 1767 apoyándose en el texto árabe publicado en la revista Tamuda en 1956.
  Otro de los asuntos que turbaron la armonía de las relaciones, fue la demolición del fuerte Bonelli en Dajla mal interpretado por la sección española del Consejo Internacional de Sitios y Monumentos Históricos y Artísticos, además de pretender falsedades, que fueron puestas en evidencia por el autor basándose en los hechos históricos bien documentados.  
   Dentro de este complejo marco de desacuerdo, el autor nos lleva a un tema indefectible a través de un manuscrito antiguo sobre Ceuta merini, publicado en Tetuán en 1940 y luego en Rabat en 1969, se trata de « Ijtisar al-ajbar » de Mohammad ibn al-Qasim al-Ansari. Siguiendo la misma línea, comenta otro libro, el de Antonio Llaguno titulado « La conquista de Tombuctú » que le denomina el reportaje histórico, puesto que el autor del mismo hace una referencia cronológica de los hechos históricos relacionados con Marruecos en la época del Sultan Ahmed al-Mansur assaadi, y consagra una parte para describir los reinos del Sudan, al mismo tiempo describe el protagonismo del almeriense Pacha Yuader quien encabezó la expedición saadi para someter el viejo Sudan.
    Al-Messari trata también la conferencia de Algeciras efectuada en abril de 1906, a la que asistieron los representantes de las potencias europeas, y la delegación marroquí. Las potencias llegaron a coordinar sus políticas acordando otorgar un protagonismo especial a Francia y España, y regularizar la intervención política y económica europea en Marruecos, mediante la política de la « puerta abierta ». Nos muestra también, como la precaria situación interior en el país impulsó a la clase intelectual a planear reformas internas, cuyo fin era elaborar un proyecto de constitución reformista, y promover el intento de desentronizar el sultán Muley Abd-al-Aziz, y someter al entronizado sucesor Muley Abd-al-Hafid  a cumplir unas condiciones para legalizar su jura (Baeia).
Pero, Marruecos en aquel tiempo no estaba preparado para responder a los retos de la Conferencia, tampoco tenía un proyecto fuerte de sociedad, su gobierno era compuesto de caides ajenos a la problemática que preocupaba a la élite que redactó la jura.
    El segundo eje polémicas políticas, consta de unas cuestiones que marcaron la época de la independencia. Inmediatamente, al comenzar las negociaciones con España, se paralizaron por falta de entendimiento, el gobierno de Franco deseaba conseguir una total igualdad con Francia en el futuro estatuto de Marruecos, y pretendía que sin el consentimiento de España nada se podría realizar. Franco no admitió la independencia de Marruecos, y pretendió que dicho paso era prematuro, y que además el régimen de partidos no le convendría al país. Al-Messari anota que el caudillo español tenia la obsesión de conservar aún su imperio por más tiempo, y que estaba arraigado en él el concepto de « derechos históricos ».
   Otro tema político, polémico e interesante para los interesados, es la idea del gran Marruecos, arraigada por las reivindicaciones territoriales: Mauritania, el Sahara oriental y Sahara occidental. Para comprender bien esta idea dice al-Messari- hay que situarla en su contexto histórico, como parte de la lucha contra el régimen colonial y por la recuperación de la realidad territorial que el colonialismo europeo deshizo. En efecto, los territorios marroquíes fueron divididos mediante arreglos, ententes y anexiones llevados por Francia. Cuando Marruecos reivindicaba Mauritania en 1956, creía que la realidad histórica debía restablecerse, y no era en pensamiento en sentido único, sino un pensamiento y sentimiento recíprocos, puesto que los nacionalistas mauritanos querían integrarse en Marruecos, así era la idea de Fal Uld Umeir, Day Uld Sidi Baba, Mujtar Uld bah y otros dirigentes. Cuando Marruecos se independiza en 1956, aparece la comunidad internacional con una agenda llena de prioridades inmediatas; la recuperación de su integridad territorial reconocida por la Conferencia de Algeciras en 1906. Marruecos tenía a casi todos los árabes y el continente africano a su lado en su lucha por la recuperación de su integridad territorial, gracias al prestigio de Mohammad V y el esplendor de su lucha por la liberación. No obstante, en la ONU, la última resolución de franco apoyo a Marruecos en lo que concierne el Sahara Occidental, fue en octubre de 1964, cuando la ONU exhortaba a España a entrar en negociaciones con Marruecos sobre los asuntos de soberanía que implicaba aquel territorio. Pero aquella era la última resolución en Pro de Marruecos, ya que en noviembre de 1965 surge el asunto Ben Barka, y el país adquiere paulatinamente la mala fama de asesinar a un líder político, donde faltan libertades y donde no hay cohesión interior. Era el aislamiento.
     Después de este intermedio político-polémico, al-Messari hace una reflexión sobre un aspecto estructural de las relaciones hispano-marroquíes, se trata del déficit siempre existente; la persistencia del litigio sobre Ceuta, Melilla y las rocas, que sigue envenenando las relaciones bilaterales, cómo España evocaba continuamente los derechos históricos sobre Sidi Ifni, Sakia al Hamra y Rio de Oro cuando declaró en 1958 que fuesen provincias españolas con propia representación en las Cortes, y el episodio de Perejil (isla Tura) que resucito una literatura bélica cargada de prejuicios y falsedades, que divulgaron los medios de comunicación españolas respecto a Marruecos. El autor piensa con certeza, que Marruecos es tradicionalmente, una cuestión clave para el pensamiento estratégico español, pero que aparece a menudo como ilustración de una decepción, y muestra tres episodios de esta reflexión.
    Con la España de la democracia ha llegado un cierto cambio a pesar de algunos dispares. Para al-Messari el futuro se anuncia en una perspectiva de serenidad, que permite preconizar unas relaciones sanas y sensatas, y muestra sus razones:
1-    Las relaciones internacionales se rigen a base de la interdependencia de intereses. Las empresas españolas cuando invierten en Marruecos lo hacen porque es un negocio ventajoso, y porque saben que tienen lugar.
2-    Marruecos es un país de Occidente. Las cuestiones que tocan la seguridad de la región, su estabilidad y el crecimiento de la cooperación, es obra común de todos. Toda política exterior de Marruecos está basada sobre el entendimiento, diálogo, paz y cooperación, sobre todo con España.
3-    Marruecos esta empeñado en un proceso democratizador, premeditado para acceder a la modernidad. En este contexto todo su interés esta concentrado en mantener y profundizar sus relaciones con Francia, España, Portugal y Italia.
4-    Tanto el proceso de la integración europea, como el plazo de 2010, implican que el diálogo de Marruecos con Europa, cada vez estará más condicionado por el proceso de integración europea, es decir que las relaciones entre España y Marruecos serán más objetivas, más racionales, y tal vez más libres de los arcaísmos que marcan hasta el momento las relaciones bilaterales.       
      El asunto del Sahara sigue siendo utilizado en los círculos políticos españoles, lo que ocurre usualmente es que, cualquiera que sea el color político de la mayoría, el gobierno se comporta con cierta cautela. Al- Messari evoca cuantos comportamientos considerando que se trata de un ping pong que surge en la política española, que se utiliza como objeto de acoso entre la mayoría y la oposición. Para él, en este asunto hay que distinguir dos fases: en un inicio se planteaba un problema de descolonización, como litigio entre Marruecos y España desde 1956 hasta 1975, y en la segunda como un litigio de carácter geoestratégico entre Marruecos y Argelia desde 1976. Asigna a esta distinción un análisis de hechos bien detallado.
     Por último, en el eje cultural que no es tan polémico como se cree, en lo que se refiere a las relaciones con España, destacan sus reflexiones sobre el pluralismo cultural en Marruecos, los sefardíes en América, Islam y democracia, derechos de la mujer, y memoria compartida. No obstante, anotamos algunas pretensiones en algunos medios de información y ONGs españolas, sobre el antagonismo entre lo árabe y lo amazigh, el derecho de la mujer, la democracia y el integrismo, que el autor no ocurrírsele abordar, tal vez, para no ser prolijo en polémicas, y crear un ambiente de diálogo y concordia. El futuro de estas relaciones depende del grado de atención y estima que prestan mutuamente sus intérpretes de oficio. La experiencia del señor al-Messari está, desde luego, en el origen de su interesante libro, su objetivo es un intento de formular una teoría para el futuro de los dos países vecinos, que tendrán que enseñarnos cómo soportar las diferencias, los desentendimientos, y racionalizar sus relaciones.                                                                                            
   
                                                                                Abd-al-Aziz as-Saoud