La expansión
colonial ha provocado en la vida de los pueblos unos trastornos que no han sido
siempre analizados en su momento con la atención que se requiere, estos
trastornos encubren unas consecuencias imprevisibles desde el principio.
Marruecos, extenuado hace un siglo y
medio, destinado inexorablemente a la conquista (sin remontarse hasta
las constantes presiones que los portugueses y españoles habían ejercido desde
hace siglos), es necesario al menos, recordar la primera contienda sobrevenida entre
Francia y Marruecos en Wad Isly (agosto 1844). Pero el evento
que, según los marroquíes mismos, sacudió su antiguo edificio, fue la campaña
española en 1859-1860, acabada en la ocupación temporánea de Tetuán.
Desgraciadamente, si los marroquíes
sintieron mucho la gravedad del desastre de Tetuán, no gozaron de un observador
capaz de estudiar los efectos y analizarlos. Veinte años después, el cronista
marroquí al-Naciri resumía las consecuencias de ese desastre en un párrafo
de su libro « al-Istiqsa » en estos términos: Este
suceso de Tetuán ha acarreado la caída del prestigio del Magreb. Los cristianos
vencieron, y los musulmanes (marroquíes) jamás sufrieron
una parecida derrota. Las protecciones (consulares) se
acrecentaron causando mucho perjuicio ».
El objeto de nuestra intervención (comunicacion) es
entonces un ensayo que trata de revelar las repercusiones y consecuencias de
esta nefasta guerra sobre el país, manifestadas en las siguientes conclusiones:
1.
La crisis
financiera marroquí:
Durante la posguerra era perceptible que
España se porfía con la reclamación pecuniaria, es decir, imponer una
indemnización bélica a Marruecos con la suma de 20 millones de reales o cien
millones de pesetas. La crisis entonces, no se hace esperar, desde el primer
vencimiento de la indemnización (25 millones de pesetas) el
Tesoro Publico es vaciado, era preciso entregar hasta las reservas de piezas
anticuadas de plata y oro acumuladas en el pasado. El segundo vencimiento se
acercaba, pero no quedaba nada para pagar, y los españoles eran tan intratables
que el sultán estuvo reducido a pensar en recurrir a la guerra (letra
suya a Fez en 15 de mayo 1861). Quizás, esta amenaza hizo que los
españoles reflexionarían, tampoco hay que olvidar la intervención inglesa en el
asunto. España a partir de aquel momento suavizo su rigor, y en 30 de octubre
1861 firma un nuevo acuerdo que rectifica el Tratado de paz en dos puntos
capitales: primero, renuncia fijar los plazos de pago, a continuación, renuncia
y sin equivoco, esta vez, la conservación de Tetuán y se comprometa a evacuarla
en cuanto habría recibido la mitad de la indemnización.
La entrega del primer plazo de 25 millones
de pesetas, mas 10 millones que, después de un año de esfuerzo llegaron desde
Marrakech, otros 5 millones que han sido aun encontrados en el país, en total
40 millones. El complemento 10 millones era constituido por el importe del
empréstito ingles entregado en marzo 1862, después de tanta esperanza y espera.
Por lo tanto, aquello no era sino el
comienzo, Marruecos aún adeudado a España con 50 millones, y a Inglaterra con
otros 10, más 9 millones por el 5% de interés y 15% de la comisión, lo que
alcanza en total 69 millones que irían a derramarse todavía, por este doble
conducto, del cual, el país tardaría un cuarto de siglo para deshacerse.
2- La osadía de
los cónsules sobre la autoridad del Majzen:
Los abusos de los cónsules, las protestas
contra la autoridad del Majzen y sus ofensas a los gobernadores se
incrementaron, y sus acusaciones se acrecentaron, constituyendo verdaderas
conspiraciones tomadas en su contra para destituirlos o encarcelarlos. De ello
el suceso ocurrido al gobernador abd al kader Achaach, que había abofeteado a
un judío que ejercía de agente consular francés en Tetuán, Achaach fue
destituido y metido en la prisión de Salé en 1864. Otro caso, ocurrido entre el
alcaide de Tetuán Mohammad ben Mansur al Mehdaui y el cónsul español Ramón
Jesnafer en octubre 1866, éste último exigía el arresto de Jacobo Cuihen, un
judío de Tetuán que había ofendido al cónsul, el gobernador lo arresto, pero el
cónsul ingles en Tetuán y representante de Estados Unidos, al mismo tiempo,
reclamó bajo amenaza la liberación del judío, con el pretexto de ser protegido
americano. Y cuando el cónsul español se enteró de su suelta, envió un escrito
al gobernador dirigiéndose con impudencia y desprecio, añadiendo la amenaza de
interrumpir las relaciones diplomáticas. Otro tanto, en agosto de 1898 venia a
Tetuán el Ministro plenipotenciario de España en Tánger, antes había impuesto a
las autoridades locales organizar una ceremonia para su recibimiento. Así,
salieron a su llegada el Bája de la ciudad y su lugarteniente acompañados de
notables, y individuos de la comunidad hispana residente en Tetuán, y penetró
en cortejo oficial entre sonidos de música y tiros de cañón.
3- Los abusos de los
europeos y de sus protegidos:
Los europeos que residían en Tetuán
criaban rebaños de cerdos con abundancia, los soltaban en plantaciones y
cultivos de musulmanes, los dejaban extraviarse en lugares ilícitos y vedados
como los cementerios musulmanes, lo que provocaba la justa cólera de la gente y
su reprobación. Si alguien protestaba, era amenazado de muerte con arma de
fuego. El gobernador Achaach, después de recibir numerosas quejas de
injusticia, temía que los hechos llevarían a un gran desorden. Aquellos abusos
y los perjuicios a los marroquíes condujeron a una violenta reacción por parte
de algunos individuos, en octubre 1863, dos franceses propietarios de un
terreno en el arrabal de Tetuán donde criaban cerdos fueron agredidos, uno
murió y el otro resulto herido con gravedad. Este suceso provoco fuerte tensión
en las relaciones marroco-francesas, Francia amenazó con enviar una escuadra,
luego hubo negociaciones y el asunto termino en la destitución del gobernador,
y el pago de una indemnización de unos 125000 francos por parte del Majzen.
Junto a la intromisión europea en el país,
avanzaba lentamente la hegemonía de cónsules y comerciantes europeos sobre
algunas clases sociales por medio de distribuir protecciones a los súbditos
marroquíes. Este privilegio fue concedido desde el principio a la comunidad
judía favorecida por la inexistencia de impedimento lingüístico con los
españoles, además del interés común en extender la actividad comercial. Así
pues, muchos judíos de Tetuán se hicieron ricos durante la ocupación española,
mientras que la ciudad quedó despoblada en gran parte. Entretanto, las
autoridades españolas no tardaron en repartir protecciones entre los musulmanes
que no emigraron y prefieron colaborar con las fuerzas de ocupación.
Los protegidos siguieron varios métodos
para acumular las riquezas, exponían sus mercancías adrede al pillaje, para
reclamar después indemnizaciones imaginarias al Majzen, que siempre era forzado
a saldar. También, los protegidos osaron con la inmunidad consular, y sus
corruptos menudearon en los puertos donde la autoridad del Majzen era incapaz
de proteger a la gente de sus perjuicios, y los engreídos desafiaron las
decisiones del Majzen, violaron la orden y quebrantaron las costumbres ante los
ojos y oídos de las autoridades marroquíes, y con la aprobación de sus
protectores.