miércoles, 14 de marzo de 2012

La guerra de Tetuán: sus repercusiones y consecuencias sobre Marruecos.


         La expansión colonial ha provocado en la vida de los pueblos unos trastornos que no han sido siempre analizados en su momento con la atención que se requiere, estos trastornos encubren unas consecuencias imprevisibles desde el principio.
     Marruecos, extenuado hace un siglo y medio, destinado inexorablemente a la conquista (sin remontarse hasta las constantes presiones que los portugueses y españoles habían ejercido desde hace siglos), es necesario al menos, recordar la primera contienda sobrevenida entre Francia y Marruecos en Wad Isly (agosto 1844). Pero el evento que, según los marroquíes mismos, sacudió su antiguo edificio, fue la campaña española en 1859-1860, acabada en la ocupación temporánea de Tetuán.
      Desgraciadamente, si los marroquíes sintieron mucho la gravedad del desastre de Tetuán, no gozaron de un observador capaz de estudiar los efectos y analizarlos. Veinte años después, el cronista marroquí al-Naciri resumía las consecuencias de ese desastre en un párrafo de su libro « al-Istiqsa » en estos términos: Este suceso de Tetuán ha acarreado la caída del prestigio del Magreb. Los cristianos vencieron, y los musulmanes (marroquíes) jamás sufrieron una parecida derrota. Las protecciones (consulares) se acrecentaron causando mucho perjuicio ».
      El objeto de nuestra intervención (comunicacion) es entonces un ensayo que trata de revelar las repercusiones y consecuencias de esta nefasta guerra sobre el país, manifestadas en las siguientes conclusiones:
1.      La crisis financiera marroquí:
 Durante la posguerra era perceptible que España se porfía con la reclamación pecuniaria, es decir, imponer una indemnización bélica a Marruecos con la suma de 20 millones de reales o cien millones de pesetas. La crisis entonces, no se hace esperar, desde el primer vencimiento de la indemnización (25 millones de pesetas) el Tesoro Publico es vaciado, era preciso entregar hasta las reservas de piezas anticuadas de plata y oro acumuladas en el pasado. El segundo vencimiento se acercaba, pero no quedaba nada para pagar, y los españoles eran tan intratables que el sultán estuvo reducido a pensar en recurrir a la guerra (letra suya a Fez en 15 de mayo 1861). Quizás, esta amenaza hizo que los españoles reflexionarían, tampoco hay que olvidar la intervención inglesa en el asunto. España a partir de aquel momento suavizo su rigor, y en 30 de octubre 1861 firma un nuevo acuerdo que rectifica el Tratado de paz en dos puntos capitales: primero, renuncia fijar los plazos de pago, a continuación, renuncia y sin equivoco, esta vez, la conservación de Tetuán y se comprometa a evacuarla en cuanto habría recibido la mitad de la indemnización.
   La entrega del primer plazo de 25 millones de pesetas, mas 10 millones que, después de un año de esfuerzo llegaron desde Marrakech, otros 5 millones que han sido aun encontrados en el país, en total 40 millones. El complemento 10 millones era constituido por el importe del empréstito ingles entregado en marzo 1862, después de tanta esperanza y espera.
  Por lo tanto, aquello no era sino el comienzo, Marruecos aún adeudado a España con 50 millones, y a Inglaterra con otros 10, más 9 millones por el 5% de interés y 15% de la comisión, lo que alcanza en total 69 millones que irían a derramarse todavía, por este doble conducto, del cual, el país tardaría un cuarto de siglo para deshacerse.
  2- La osadía de los cónsules sobre la autoridad del Majzen:
     Los abusos de los cónsules, las protestas contra la autoridad del Majzen y sus ofensas a los gobernadores se incrementaron, y sus acusaciones se acrecentaron, constituyendo verdaderas conspiraciones tomadas en su contra para destituirlos o encarcelarlos. De ello el suceso ocurrido al gobernador abd al kader Achaach, que había abofeteado a un judío que ejercía de agente consular francés en Tetuán, Achaach fue destituido y metido en la prisión de Salé en 1864. Otro caso, ocurrido entre el alcaide de Tetuán Mohammad ben Mansur al Mehdaui y el cónsul español Ramón Jesnafer en octubre 1866, éste último exigía el arresto de Jacobo Cuihen, un judío de Tetuán que había ofendido al cónsul, el gobernador lo arresto, pero el cónsul ingles en Tetuán y representante de Estados Unidos, al mismo tiempo, reclamó bajo amenaza la liberación del judío, con el pretexto de ser protegido americano. Y cuando el cónsul español se enteró de su suelta, envió un escrito al gobernador dirigiéndose con impudencia y desprecio, añadiendo la amenaza de interrumpir las relaciones diplomáticas. Otro tanto, en agosto de 1898 venia a Tetuán el Ministro plenipotenciario de España en Tánger, antes había impuesto a las autoridades locales organizar una ceremonia para su recibimiento. Así, salieron a su llegada el Bája de la ciudad y su lugarteniente acompañados de notables, y individuos de la comunidad hispana residente en Tetuán, y penetró en cortejo oficial entre sonidos de música y tiros de cañón.      
   3- Los abusos de los europeos y de sus protegidos: 
     Los europeos que residían en Tetuán criaban rebaños de cerdos con abundancia, los soltaban en plantaciones y cultivos de musulmanes, los dejaban extraviarse en lugares ilícitos y vedados como los cementerios musulmanes, lo que provocaba la justa cólera de la gente y su reprobación. Si alguien protestaba, era amenazado de muerte con arma de fuego. El gobernador Achaach, después de recibir numerosas quejas de injusticia, temía que los hechos llevarían a un gran desorden. Aquellos abusos y los perjuicios a los marroquíes condujeron a una violenta reacción por parte de algunos individuos, en octubre 1863, dos franceses propietarios de un terreno en el arrabal de Tetuán donde criaban cerdos fueron agredidos, uno murió y el otro resulto herido con gravedad. Este suceso provoco fuerte tensión en las relaciones marroco-francesas, Francia amenazó con enviar una escuadra, luego hubo negociaciones y el asunto termino en la destitución del gobernador, y el pago de una indemnización de unos 125000 francos por parte del Majzen.
    Junto a la intromisión europea en el país, avanzaba lentamente la hegemonía de cónsules y comerciantes europeos sobre algunas clases sociales por medio de distribuir protecciones a los súbditos marroquíes. Este privilegio fue concedido desde el principio a la comunidad judía favorecida por la inexistencia de impedimento lingüístico con los españoles, además del interés común en extender la actividad comercial. Así pues, muchos judíos de Tetuán se hicieron ricos durante la ocupación española, mientras que la ciudad quedó despoblada en gran parte. Entretanto, las autoridades españolas no tardaron en repartir protecciones entre los musulmanes que no emigraron y prefieron colaborar con las fuerzas de ocupación.
    Los protegidos siguieron varios métodos para acumular las riquezas, exponían sus mercancías adrede al pillaje, para reclamar después indemnizaciones imaginarias al Majzen, que siempre era forzado a saldar. También, los protegidos osaron con la inmunidad consular, y sus corruptos menudearon en los puertos donde la autoridad del Majzen era incapaz de proteger a la gente de sus perjuicios, y los engreídos desafiaron las decisiones del Majzen, violaron la orden y quebrantaron las costumbres ante los ojos y oídos de las autoridades marroquíes, y con la aprobación de sus protectores.