El tema de
las relaciones entre Marruecos y España sigue siendo un foco preferente de
atención y de interés. Cuenta en España con un enorme índice bibliográfico de
distintas épocas, y diferentes autores del siglo XX con obras de carácter más o
menos general, en artículos o estudios monográficos, que se han ocupado de las
relaciones diplomáticas u históricas. Citamos en especial los artículos de: T.G.F.,
M.A.P., R.L.D., a la lista de estos autores españoles que estudiaron temas tan
concretos del tiempo de Sidi Mohammad ben abd Allah, han de añadirse unas obras
de carácter general escritas también en el siglo XX, entre las cuales destacan
las de Jerónimo Becker, Antonio Canovas del Castillo, Isidro de las Cagigas,
Podolfo Gil Grimau, V.M.L., Alfonso de la Serna, etc…
En Marruecos el tema, solamente cuenta con
pocos estudios elaborados por algunos investigadores hispanófilos o hispanistas
que destacan entre otros, como el ilustre historiador Mohammad Ibn Azzuz Hakim,
y el celebre diplomático, escritor y periodista Mohammad larbi al-Messari,
quien presentamos en este acto su nueva obra.
Recuerdo que la A.T.A. había organizado en
octubre de 1998 un encuentro u coloquio sobre el tema: España y Marruecos.
Dialogo y convivencia. En aquel encuentro estaba la voluntad de una ONG que
manifestaba de tal manera sus inquietudes al constatar de modo permanente que
las relaciones hispano-marroquíes, no están al nivel de sus anhelos. El señor
al-Messari,
entonces ministro de comunicación marroquí dijo en su alocución de apertura: « No me es
posible hablar sobre la posición de Marruecos y su papel en el Mediterráneo,
sin considerar la naturaleza de las relaciones entre Marruecos y España... las
relaciones humanas y culturales, además de las políticas y económicas, que
tenemos con España, son lazos antiguos sólidos y diversos.. ».
Ahora bien, al-Messari tiene el mérito
de improvisar o elaborar una obra amplia haciendo el análisis de los problemas
y causas que generaron los desaciertos y desacuerdos entre los dos vecinos.
Además el libro contiene parte de estos análisis y realidades sobre factores y
hechos que formulan varias polémicas, acerca de los cuales se ha especulado a
veces con bastante desconocimiento de causa y razón. Uno de los motivos que
impulsaron este trabajo era – a nuestro parecer – la
necesidad de remitirse a ciertas aclaraciones relativas al estado en que se
encuentran las relaciones marroco-españolas.
A través de unos cuantos ejes, al-Messari se
entrega en una tradición histórico política que responde sobre todo, a un
intento sistemático de analizar las relaciones entre Marruecos y España,
polemizando todo un complejo de problemas y disparidades dentro de tres ejes: histórico,
político y cultural. También, consta el libro de un modo de prologo, donde el
autor daba a conocer al lector su relación primaria con el entorno hispano que
le rodeaba desde su niñez hasta su madurez, al mismo tiempo hace constar su
afán de escribir sobre España, y con fascinación después de la desaparición del
régimen franquista y el establecimiento de la democracia.
En lo que
atañe a polémicas históricas, el autor hace una pausa ante un periodo
muy peculiar en las relaciones marroco-españolas, se trata de la época
en que gobernaba en Marruecos el sultan Sidi Mohammad ben abd Allah, y el rey
Carlos III en España. La política de amistad entre ambos monarcas, no obstante
algunos incidentes más o menos graves, fue la tónica del periodo en el que se
sitúa varias embajadas a ambos países. La Corte española recibía noticias del
Imperio de Marruecos a través del P. Boltas, verdadero agente de la Corte en
Mequinez. La apertura iniciada hacia Europa por Sidi Mohammad trajo también
consigo una nueva forma de relacionarse Marruecos y España, el autor basándose
en esta materia en los valiosos estudios realizados por el difunto padre
R.L.D., trató de aclarar las ambigüedades que enredaron la interpretación del
Tratado de 1767 apoyándose en el texto árabe publicado en la revista Tamuda en
1956.
Otro de los asuntos que turbaron la armonía
de las relaciones, fue la demolición del fuerte Bonelli en Dajla mal
interpretado por la sección española del Consejo Internacional de Sitios y
Monumentos Históricos y Artísticos, además de pretender falsedades, que fueron
puestas en evidencia por el autor basándose en los hechos históricos bien
documentados.
Dentro de este complejo marco de desacuerdo,
el autor nos lleva a un tema indefectible a través de un manuscrito antiguo
sobre Ceuta merini, publicado en Tetuán en 1940 y luego en Rabat en 1969, se
trata de « Ijtisar al-ajbar » de Mohammad ibn al-Qasim al-Ansari.
Siguiendo la misma línea, comenta otro libro, el de Antonio Llaguno titulado « La
conquista de Tombuctú » que le denomina el reportaje histórico,
puesto que el autor del mismo hace una referencia cronológica de los hechos
históricos relacionados con Marruecos en la época del Sultan Ahmed al-Mansur
assaadi, y consagra una parte para describir los reinos del Sudan,
al mismo tiempo describe el protagonismo del almeriense Pacha Yuader quien
encabezó la expedición saadi para someter el viejo Sudan.
Al-Messari trata también la
conferencia de Algeciras efectuada en abril de 1906, a la que asistieron
los representantes de las potencias europeas, y la delegación marroquí. Las
potencias llegaron a coordinar sus políticas acordando otorgar un protagonismo
especial a Francia y España, y regularizar la intervención política y económica
europea en Marruecos, mediante la política de la « puerta abierta ». Nos
muestra también, como la precaria situación interior en el país impulsó a la
clase intelectual a planear reformas internas, cuyo fin era elaborar un
proyecto de constitución reformista, y promover el intento de desentronizar el
sultán Muley Abd-al-Aziz, y someter al entronizado sucesor Muley Abd-al-Hafid a cumplir unas condiciones para legalizar su
jura (Baeia).
Pero, Marruecos
en aquel tiempo no estaba preparado para responder a los retos de la
Conferencia, tampoco tenía un proyecto fuerte de sociedad, su gobierno era
compuesto de caides ajenos a la problemática que preocupaba a la élite que
redactó la jura.
El segundo
eje polémicas políticas, consta de unas cuestiones que marcaron la época de la
independencia. Inmediatamente, al comenzar las negociaciones con España, se
paralizaron por falta de entendimiento, el gobierno de Franco deseaba conseguir
una total igualdad con Francia en el futuro estatuto de Marruecos, y pretendía
que sin el consentimiento de España nada se podría realizar. Franco no admitió
la independencia de Marruecos, y pretendió que dicho paso era prematuro, y que
además el régimen de partidos no le convendría al país. Al-Messari anota
que el caudillo español tenia la obsesión de conservar aún su imperio por más
tiempo, y que estaba arraigado en él el concepto de « derechos
históricos ».
Otro tema político, polémico e interesante
para los interesados, es la idea del gran Marruecos, arraigada por las
reivindicaciones territoriales: Mauritania, el Sahara oriental y Sahara
occidental. Para comprender bien esta idea –dice al-Messari- hay que
situarla en su contexto histórico, como parte de la lucha contra el régimen
colonial y por la recuperación de la realidad territorial que el colonialismo
europeo deshizo. En efecto, los territorios marroquíes fueron divididos
mediante arreglos, ententes y anexiones llevados por Francia. Cuando Marruecos reivindicaba
Mauritania en 1956, creía que la realidad histórica debía restablecerse, y no
era en pensamiento en sentido único, sino un pensamiento y sentimiento
recíprocos, puesto que los nacionalistas mauritanos querían integrarse en
Marruecos, así era la idea de Fal Uld Umeir, Day Uld Sidi Baba, Mujtar Uld bah
y otros dirigentes. Cuando Marruecos se independiza en 1956, aparece la
comunidad internacional con una agenda llena de prioridades inmediatas; la
recuperación de su integridad territorial reconocida por la Conferencia de
Algeciras en 1906. Marruecos tenía a casi todos los árabes y el continente
africano a su lado en su lucha por la recuperación de su integridad
territorial, gracias al prestigio de Mohammad V y el esplendor de su lucha por
la liberación. No obstante, en la ONU, la última resolución de franco apoyo a
Marruecos en lo que concierne el Sahara Occidental, fue en octubre de 1964,
cuando la ONU exhortaba a España a entrar en negociaciones con Marruecos sobre
los asuntos de soberanía que implicaba aquel territorio. Pero aquella era la
última resolución en Pro de Marruecos, ya que en noviembre de 1965 surge el
asunto Ben Barka, y el país adquiere paulatinamente la mala fama de asesinar a
un líder político, donde faltan libertades y donde no hay cohesión interior.
Era el aislamiento.
Después de este intermedio político-polémico,
al-Messari hace
una reflexión sobre un aspecto estructural de las relaciones hispano-marroquíes,
se trata del déficit siempre existente; la persistencia del litigio sobre
Ceuta, Melilla y las rocas, que sigue envenenando las relaciones bilaterales,
cómo España evocaba continuamente los derechos históricos sobre Sidi Ifni,
Sakia al Hamra y Rio de Oro cuando declaró en 1958 que fuesen provincias
españolas con propia representación en las Cortes, y el episodio de Perejil (isla
Tura) que resucito una literatura bélica cargada de prejuicios y falsedades, que
divulgaron los medios de comunicación españolas respecto a Marruecos. El autor
piensa con certeza, que Marruecos es tradicionalmente, una cuestión clave para
el pensamiento estratégico español, pero que aparece a menudo como ilustración
de una decepción, y muestra tres episodios de esta reflexión.
Con la España de la democracia ha llegado
un cierto cambio a pesar de algunos dispares. Para al-Messari
el futuro se anuncia en una perspectiva de serenidad, que permite preconizar unas
relaciones sanas y sensatas, y muestra sus razones:
1-
Las relaciones
internacionales se rigen a base de la interdependencia de intereses. Las
empresas españolas cuando invierten en Marruecos lo hacen porque es un negocio
ventajoso, y porque saben que tienen lugar.
2-
Marruecos es un
país de Occidente. Las cuestiones que tocan la seguridad de la región, su
estabilidad y el crecimiento de la cooperación, es obra común de todos. Toda
política exterior de Marruecos está basada sobre el entendimiento, diálogo, paz
y cooperación, sobre todo con España.
3-
Marruecos esta
empeñado en un proceso democratizador, premeditado para acceder a la
modernidad. En este contexto todo su interés esta concentrado en mantener y
profundizar sus relaciones con Francia, España, Portugal y Italia.
4-
Tanto el proceso
de la integración europea, como el plazo de 2010, implican que el diálogo de
Marruecos con Europa, cada vez estará más condicionado por el proceso de
integración europea, es decir que las relaciones entre España y Marruecos serán
más objetivas, más racionales, y tal vez más libres de los arcaísmos que marcan
hasta el momento las relaciones bilaterales.
El asunto del Sahara sigue siendo utilizado
en los círculos políticos españoles, lo que ocurre usualmente es que, cualquiera
que sea el color político de la mayoría, el gobierno se comporta con cierta
cautela. Al- Messari evoca cuantos comportamientos considerando que se
trata de un ping pong que surge en la política española, que se utiliza como
objeto de acoso entre la mayoría y la oposición. Para él, en este asunto hay
que distinguir dos fases: en un inicio se planteaba un problema de
descolonización, como litigio entre Marruecos y España desde 1956 hasta 1975, y
en la segunda como un litigio de carácter geoestratégico entre Marruecos y
Argelia desde 1976. Asigna a esta distinción un análisis de hechos bien
detallado.
Por último,
en el eje cultural que no es tan polémico como se cree, en lo que se refiere a
las relaciones con España, destacan sus reflexiones sobre el pluralismo
cultural en Marruecos, los sefardíes en América, Islam y democracia, derechos
de la mujer, y memoria compartida. No obstante, anotamos algunas pretensiones
en algunos medios de información y ONGs españolas, sobre el antagonismo entre
lo árabe y lo amazigh, el derecho de la mujer, la democracia y el integrismo,
que el autor no ocurrírsele abordar, tal vez, para no ser prolijo en polémicas,
y crear un ambiente de diálogo y concordia. El futuro de estas relaciones
depende del grado de atención y estima que prestan mutuamente sus intérpretes
de oficio. La experiencia del señor al-Messari está, desde
luego, en el origen de su interesante libro, su objetivo es un intento de
formular una teoría para el futuro de los dos países vecinos, que tendrán que
enseñarnos cómo soportar las diferencias, los desentendimientos, y racionalizar
sus relaciones.
Abd-al-Aziz as-Saoud
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